Llega el verano, y con él una nueva edición de la Ruta de
los Templos, en la que hemos participado educadores y alumnado de Egibide, así
como 2 personas de la Fundación Ellacuría. En esta ocasión hemos seguido el
Camino Ignaciano durante 3 días, desde el viernes 30 de junio hasta el domingo
2 de julio. La aventura comenzó en la estación de tren de Vitoria-Gasteiz,
desde nos dirigimos hasta Araia para comenzar la ruta. Este año hemos recorrido
en 20 minutos, lo que otros años nos costaba ¡2 días!
Desde el principio tuvimos a la lluvia como compañera inseparable
de la ruta. Esto, sin duda, nos privó de muchas cosas. Pero también nos aportó
otras. Por ejemplo, como dijo uno de los participantes, una mayor intensidad de los momentos de
silencio, en la que nos hacía entrar más dentro de nosotros mismos...
En la primera etapa caminamos
desde Araia hasta Arantzazu. En el camino apenas nos cruzamos con un montañero,
que nos dedicó un: "¡Cuadrilla de insensatos! Pensaba que yo era el
único". Desde luego la lluvia, el viento y el frío, no invitaban a pasar
el día en el monte. Tras reponer fuerzas en la fonda de Arantzazu, junto al
fuego, llegamos al muy acogedor albergue de Arantzazu, recién estrenado. Allí, pudimos
reponer fuerzas gracias a la comida que nos había llevado Nora, y donde Joseba
nos atendió a las mil maravillas.
Durante la segunda etapa, fuimos
desde el santuario mariano hasta Zumárraga. De nuevo nos acompañó la misma meteorología.
Como pasó durante la primera etapa, la tradicional hora diaria de camino que
hacemos en silencio, se alargaba durante largos ratos porque la lluvia y el
viento impedía mantener una conversación con normalidad. Al menos pudimos
disfrutar de una fantástica comida, que nos trajo Trini, tan servicial como
siempre.
Ya en Zumárraga las hermanas
mercedarias nos ofrecieron una acogida tan especial que nos emocionó a todos.
¡Qué cariño, qué ganas de agradarnos...! Nos ofrecieron todo lo suyo como si
fuera nuestro. Un momento especial fue el disponer de su capilla para el
momento de reflexión y de compartir que realizamos todas las tardes, y que en
ese precioso lugar tuvo un encanto especial. Además, como guinda del pastel,
disfrutamos de unos espectaculares fuegos artificiales desde su terraza.
Por fin, en la última etapa salió
el sol. Visitamos la ermita de la Antigua, conocida como "la Catedral de
las Ermitas", y desde allí nos dirigimos hacia el final de la ruta.
Durante el precioso camino, esta vez sí tuvimos ocasión de charlar, y entre
otras cosas, compartimos todo lo que habíamos aprendido en estos tres días.
Por fin llegamos a Loiola,
momento emocionante como siempre, donde nos esperaba Marcos con unos apetitosos
bocadillos.
En resumen, una maravillosa
experiencia, durante la cual todos los que hemos compartido la ruta hemos
crecido un poquito en nuestro interior, nos hemos encontrado con nosotros
mismos, y con gente increíble, sin la que todo esto habría sido imposible. ¡GRACIAS a todos por una Ruta inolvidable!
Diego Abellán · Pastoralista de Egibide en FP